
ISBN: 978-84-1142-203-1
© Sonia Fernández Garmilla
Introducción
En el abordaje del paciente en urgencias la canalización de una vía venosa periférica es determinante para su estabilización, también para el diagnóstico y tratamiento. Esta técnica forma parte de los procedimientos básicos de Enfermería, pero no siempre es fácil su consecución. Esto puede tener importantes consecuencias al suponer en muchos casos un retraso en el tratamiento del paciente. De estos casos surgió la necesidad de definir la existencia de las vías venosas difíciles e identificar sus factores relacionados para poder prever estas situaciones y poder actuar en consecuencia.
De ahí surge la necesidad de investigar sobre las diferentes técnicas de apoyo, siendo el ecógrafo un método en auge por su facilidad de uso y presumiblemente fácil. Para poder relacionar todos estos conceptos y obtener datos concretos, se realizó una revisión bibliográfica con búsqueda en diferentes bases de datos. Se analizaron 11 artículos relevantes (9 estudios observacionales y 2 revisiones bibliográficas) de los últimos 5 años.
Los resultados reflejan tasas de éxito de la técnica eco-guiada superiores al 70%. La formación previa es garantizadora de éxito y permite la realización de la técnica por cualquier profesional.
Marco teórico y justificación
Vías venosas periféricas. Vía venosa difícil
La canalización de una vía venosa periférica es una de las principales técnicas llevadas a cabo por el personal de Enfermería, realizada con mucha frecuencia en todo el ámbito hospitalario y más aún si cabe en los servicios de urgencias intrahospitalarias. Consiste en la introducción en una vena superficial de un catéter corto, ya sea con fines terapéuticos y/o diagnósticos. A pesar de ser una habilidad aparentemente sencilla y muy presente en la práctica clínica enfermera, muchas veces supone un reto y conseguir una vía venosa exitosa puede conllevar varios intentos y mucho tiempo invertido no siempre fructífero.
Tiene unas características específicas según el sector hospitalario en el que se realice. En urgencias prima la rapidez de una canalización acertada y del calibre mínimo que nos permita administrar la cantidad de fármacos y fluidos que sean necesarios. Es el punto clave en la atención al paciente crítico, imprescindible para conseguir una óptima evaluación y estabilización. Por lo tanto, deja una marca importante dentro del cuidado global del paciente.
Visto esto, queda constancia de que el retraso en la canalización de una vía venosa puede tener consecuencias graves para el paciente. Directamente supondrá una demora en el diagnóstico médico, imposibilidad de administrar contrastes para pruebas diagnósticas o incluso terapéuticas e inviabilidad para la administración del tratamiento médico pautado. Sin duda, la repetición de la técnica y un elevado número de punciones va a producir en el paciente una reducción considerable de la confianza hacia el personal sanitario y un notable disconfort. La ansiedad y desasosiego que está situación puede acarrear es posible que generen una vasoconstricción periférica que tenga como resultado un empeoramiento del problema. Las consecuencias indirectas serían principalmente tiempo no productivo del personal de Enfermería y gasto sanitario añadido.
Por lo tanto, una técnica correcta supondría la canalización de una vía venosa periférica ayudada por los métodos facilitadores convencionales (colocación de un torniquete unos 5-10 cm por encima de la zona elegida, colocación del miembro a puncionar en declive para facilitar el llenado y guiarse por referencias anatómicas para la visualización directa de las venas y la palpación de las mismas) que nos permita extraer aproximadamente 5ml de sangre no pulsátil e infundir al menos 5ml de suero salino sin signos de extravasación. Las zonas corporales que se tienen en consideración para este tipo de vías venosas son las que se encuentran fuera del abdomen y del tórax, por lo tanto serían cabeza, brazos, manos, piernas y pies. El cuello tradicionalmente se reserva para vías centrales aunque se podría tener en cuenta la yugular externa en situaciones de emergencia.
La observación de la práctica diaria nos lleva a concretar la existencia de accesos venosos dificultosos, que impiden la canalización rápida y eficaz necesaria en los servicios de urgencias. Esto deriva en el concepto de vía venosa difícil (VVD), que se definiría como aquel acceso venoso que no es conseguido tras dos intentos por un profesional de Enfermería utilizando los medios facilitadores convencionales antes mencionados. También algunos autores añaden a esta definición el hecho de que al final requieren la canalización de vías centrales o la necesidad de medidas de asistencia no convencionales.
Efectivamente, la no consecución de una vía venosa periférica hará necesaria la canalización de otros accesos vasculares. Actualmente, las opciones disponibles serían las que siguen: catéteres venosos centrales (CVC), catéteres venosos centrales de acceso de periférico o vía intraóseas.
Estas alternativas están ampliamente descritas en la bibliografía y queda constancia de la multitud de complicaciones existentes derivadas de las mismas, que suponen un importante riesgo para el paciente. Entre los posibles riesgos encontramos los siguientes: infección, neumotórax, hemotórax, pseudoaneurisma, trombosis, punciones arteriales involuntarias o arritmias cardíacas. Está recogido en la bibliografía que evitar los CVC tendría un importante efecto positivo para la salud. Ellos por si solos pueden aumentar el número de días de ingreso y la morbi-mortalidad asociada con el lógico aumento del gasto sanitario. De ahí, la existencia de programas como “Bacteriemia Zero” enfocados a reducir al máximo sus complicaciones a través de una praxis óptima y coherente. Lo más destacable de todo esto, es que un alto porcentaje de pacientes no es subsidiario de un CVC por su diagnóstico o tratamiento pero acaban teniéndolo por sus malos accesos venosos. En lo referente a la vía intraósea, es una alternativa muy en auge hoy en día, muy útil y resolutiva a corto plazo pero que solo ofrece una vida media de 30 minutos, siendo habitualmente insuficiente para los tratamientos indicados. También se menciona la canalización de la vía yugular interna como alternativa pero no es una costumbre extendida en nuestro país.
Índice
- Introducción
- Marco conceptual y justificación
- Objetivos
- Metodología
- Resultados
- Conclusiones
- Bibliografía