ISBN: 978-84-1142-068-6
© Juan Luján Colás. Alejandro Luján Colás, Juana María Jiménez Jaso
Introducción
Diabetes Mellitus tipo II
Existen dos formas principales de diabetes: La diabetes tipo 1 que provoca un déficit de insulina debido a la destrucción de los islotes de células beta pancreáticas por diversos mecanismos autoinmunes, y la diabetes tipo 2 (DMT2), en la que predomina un mecanismo de resistencia a la insulina debido a la alterada y excesiva producción de la misma. Esta DMT2 representa más del 90% de los casos. (Maleckas et al., 2015)
La prevalencia de la diabetes aumenta en todo el mundo, tanto en los países desarrollados como en los que están en vías de desarrollo, y la mayoría de los casos son de DMT2, que está fuertemente asociada a la disminución de la actividad física y a la obesidad. La relación entre la DMT2 y la obesidad fue establecida por dos estudios de base poblacional (Colditz (1995) y Chan et al. (1994)) que mostraron que el riesgo relativo ajustado por edad de desarrollar DMT2 para individuos con un índice de masa corporal (IMC) ≥35 kg/m2 es de 93 (intervalo de confianza [IC] del 95% = 81-107) para las mujeres y de 42 (IC del 95% = 22-81) para los hombres, en comparación con los que tenían un IMC <22 y <23 kg/m2, respectivamente.
La tasa de mortalidad entre las personas con DMT2 aumenta debido a la mayor incidencia de enfermedades macrovasculares. El estudio basado en la población, que comparó a los individuos con DMT2 con los no diabéticos, ha demostrado que la DMT2, independientemente de otros factores de riesgo cardiovascular conocidos, se asocia con un riesgo entre dos y tres veces mayor de infarto de miocardio o accidente cerebrovascular y un riesgo dos veces mayor de muerte (Almdal et al., 2004).
La hiperglucemia crónica se asocia a complicaciones macro y microvasculares (nefropatía, retinopatía y neuropatía). El objetivo principal del tratamiento de la DMT2 es la prevención de estas complicaciones. Sin embargo, no está claro el beneficio de reducir o intentar reducir la glucemia per se en los resultados relevantes para el paciente, como la mortalidad y la enfermedad cardiovascular (Hemmingsen et al., 2011). Además, la elección óptima del objetivo glucémico también es objeto de debate. Actualmente, la Asociación Americana de Diabetes (ADA) y la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes (EASD) recomiendan un nivel de hemoglobina glucosilada A1c (HbA1c) inferior al 7,0% como objetivo estándar de tratamiento glucémico. A pesar de ello, algunos estudios utilizan un nivel de HbA1c objetivo de 6,0%-6,5% para el control glucémico intensivo y de 7,0%-8,0% para el control glucémico convencional (Abraira et al., 2009).
Obesidad y diabetes mellitus tipo II
Teniendo en cuenta que la mayoría de pacientes con DMT2 padecen sobrepeso u obesidad, la pérdida de peso es el principal objetivo terapéutico para la prevención y manejo de la DMT2.
La mejora del control glucémico y de los factores de riesgo de la enfermedad cardiovascular (ECV) en los pacientes con diabetes mellitus (DM) de tipo 2 es fundamental para prevenir las complicaciones vasculares a largo plazo de esta enfermedad y ha llevado a poner mayor énfasis en el cribado y el tratamiento farmacológico de estos factores de riesgo. Las intervenciones de pérdida de peso basadas en el estilo de vida también se recomiendan para mejorar el control glucémico y los factores de riesgo, pero las pruebas que respaldan la eficacia de los enfoques de estilo de vida se limitan a estudios a corto plazo, normalmente de menos de 1 año. Con las recientes mejoras en las intervenciones conductuales de pérdida de peso y el mayor reconocimiento del impacto de los enfoques de estilo de vida para la prevención de la DM tipo 2,7,8 es oportuno examinar los efectos a más largo plazo de estas intervenciones sobre los cambios en el control glucémico y los factores de riesgo de ECV en individuos con DM tipo 2.