
ISBN: 978-84-1142-030-3
©Tamara Verdayes Oves
Resumen y palabras clave
Introducción: la enfermedad venosa crónica se define como aquella situación patológica de larga duración derivada de alteraciones anatómicas o funcionales del sistema venoso que se manifiestan por síntomas y signos que necesitan estudio y tratamiento. Actualmente en los países europeos occidentales la enfermedad venosa crónica supone un 2% del gasto sanitario, la prevalencia en España se sitúa en torno al 0.5-0.8 %.
Objetivo: conocer el papel de la enfermera en los cuidados de pacientes con enfermedad venosa crónica de miembros inferiores.
Método: se realizó una búsqueda bibliográfica sistematizada en fuentes de datos primarias y secundarias entre febrero y junio 2021.
Desarrollo: la prevalencia de enfermedad venosa crónica va en aumento debido al envejecimiento de la población. El tratamiento constituye un reto para el personal sanitario, debido a la multitud de factores que afectan a la cicatrización y al amplio abanico de tratamientos de los que disponemos actualmente: cura húmeda, sistema VAC, cirugía, tratamientos avanzados como injertos, factores de crecimiento… El dolor, el edema y los cuidados que precisan los pacientes hacen que su calidad de vida se vea afectada, haciendo necesario un enfoque adecuado para el tratamiento holístico.
Conclusiones: la enfermedad venosa crónica constituye un problema mundial, requiriendo su cuidado un abordaje multidisciplinar. El pilar de tratamiento está constituido por la terapia compresiva y el manejo local, llevando a cabo una correcta valoración del dolor y tratamiento eficaz debido a la disminución de calidad de vida que sufren los pacientes afectados por enfermedad venosa crónica.
Palabras clave: úlcera venosa, calidad de vida, cuidados, dolor.
Introducción y justificación
Los trastornos venosos crónicos abarcan multitud de problemas funcionales y morfológicos del sistema venoso. La enfermedad venosa crónica (EVC) se define como aquella situación patológica de larga duración derivada de alteraciones anatómicas o funcionales del sistema venoso que se manifiestan por síntomas y signos que necesitan estudio y tratamiento. A su vez la EVC se caracteriza por gran variabilidad de síntomas o signos cutáneos presentes como el dolor, pesadez, piernas cansadas, calambres, prurito, sensación de calor, síndrome de piernas inquietas y claudicación venosa. La fase más avanzada de la EVC es la insuficiencia venosa crónica (IVC) en la que aparecen cambios cutáneos como el edema, la pigmentación, eczema, fibrosis y ulceración. Una úlcera venosa crónica (UVC) se traduce en una pérdida completa del espesor de la piel, debido a la presencia de hipertensión venosa no cicatrizando de forma espontánea durante un período mayor a 4 semanas. La EVC es producto de alteraciones primarias de la pared venosa o de sus válvulas. Secundariamente estas alteraciones pueden estar producidas por las secuelas derivadas de la trombosis venosa profunda (TVP).
La clasificación CEAP se llevó a cabo en 1990 y ha sido revisada en 2004. Constituye un instrumento cuya finalidad es la comunicación entre profesionales sanitarios a la hora de describir las formas de la EVC. Es aceptada de forma generalizada en todo el mundo. Sin embargo, esta clasificación tiene sus limitaciones ya que no permite conocer el impacto de la EVC en la calidad de vida del paciente, ni en el seguimiento después de aplicar tratamientos. Como resultado el “American Venous Forum” desarrolló un instrumento capaz de medir los aspectos que no alcanzaba la CEAP, el “Venous Severity Score” (VSS).
La EVC es una condición prevalente que tiende a aumentar con la edad. Algunos de sus síntomas y signos característicos como las varices se presentan hasta en el 25-30 % de la población femenina adulta en países occidentales y suponiendo el 10-40 % de los hombres. Atendiendo al estudio “Framingham” encontramos una incidencia anual de varices del 2.6 % en mujeres y 1.9 % para los hombres. Sin olvidar el estudio “Bonn Veinr” 2 que refleja que el 4 % de los pacientes con EVC progresa estadio atendiendo a la clasificación CEAP. La fase más avanzada de la EVC es constituida por la úlcera venosa, su prevalencia se encuentra rondando el 0.3 % de la población adulta, situándose el porcentaje de población con úlcera activa o cicatrizada en el 1 %.
La encuesta epidemiológica “Veint Consult” respaldada por la Unión Internacional de Flebología de Reino Unido encontró que la prevalencia general de ECV (clase C1-C6) era considerablemente alta 61,3 %, siendo poco considerada por los facultativos los cuales solo el 45,9 % consideró el diagnostico de ECV. Este estudio demuestra que la ECV es un problema mundial generalizado.
La EVC es responsable de un importante impacto socioeconómico debido a su elevada prevalencia, produciendo un alto coste en consultas y tratamiento, sin olvidar los costes indirectos derivados de un gran número de bajas laborales. Se estima que anualmente en los países europeos occidentales la EVC supone un 2% del gasto sanitario. La prevalencia de UVC en España oscila entre el 0.5-0.8 %, necesitando más del 50 % de pacientes un tiempo de curación superior a un año. Generalmente la prevalencia aumenta con la edad y el grupo de población más afectado son las mujeres mayores de 70 años. La calidad de vida se encuentra directamente relacionada con la intensidad de los síntomas, así mismo las condiciones laborales muestran clara asociación directa con la calidad de vida en pacientes con EVC. La calidad de vida disminuye con la aparición de los primeros síntomas y se agrava con el número de síntomas acumulado. El 10,4 % de los pacientes afectados por ECV informó de una pérdida de días laborales anuales.
Índice
Resumen y palabras clave
1. Introducción y justificación
2. Objetivos
3. Metodología
4. Desarrollo
4.1 Etiopatogenia
4.2 Tratamiento médico
4.2.1 Terapia compresiva
4.2.2 Abordaje local
4.2.3 Modalidades terapéuticas orales
4.3 ¿Qué es el dolor?
4.4 Dolor y calidad de vida
4.5 Manejo sistémico
4.6 Manejo local
5. Discusión
6. Conclusiones
7. Bibliografía
8. Anexos