
ISBN: 978-84-1142-276-5
© Sergio Aguilera Escalada, Francisco Ignacio Rubio Rubio
Resumen
La menopausia es una etapa vital plagada de cambios fisiológicos en las mujeres que impacta directamente en su estado de salud, siendo muchas las que ante los cambios que experimentan se acercan a las consultas médicas, como a las farmacias comunitarias en busca de información para el tratamiento de los síntomas que algunas de ellas experimentan.
Para muchas de estas mujeres las plantas medicinales suponen una herramienta terapéutica útil para el tratamiento de los síntomas, como Rodhiola rosae, planta utilizada tradicionalmente en el tratamiento del estrés físico y psíquico, ansiedad, rendimiento físico y mejorando la recuperación física entre otros.
Rodhiola rosae es rica en rosavinas, compuestos específicos de esta especie, demostrando seguridad y eficacia en su uso, por lo que los farmacéuticos comunitarios tienen a su disposición en ella una excelente herramienta para el tratamiento de estos síntomas mediante la Indicación Farmacéutica, haciéndose necesario un profundo conocimiento sobre sus usos.
Palabras clave: Rhodiola rosae, Farmacia comunitaria, Menopausia, Adaptógenos, Rosavinas, Salidróxido
Introducción
La transición desde la etapa fértil de la mujer hacia la menopausia supone un acontecimiento en la vida de la mujer, y es bastante probable que al afrontar esta etapa vital de cambios, la mujer busque consejo tanto a su médico como farmacéutico, acerca de temáticas relacionadas con su estado de salud a largo y corto plazo, además de la prevención y/o tratamiento de síntomas. Desde el punto de vista fisiológico, la menopausia se considera la manifestación de la depleción de los folículos en el ovario, que lleva aparejado importantes cambios hormonales.
La aparición de la menopáusica, y como consecuencia de todos los cambios hormonales, se inician en la mujer cambios somáticos, metabólicos y hemodinámicos que pueden conducir a la posible aparición de afecciones como sofocos, insomnio, ansiedad, depresión, irritabilidad, síntomas genitourinarios, hipertensión arterial, diabetes, dislipemias y síndrome metabólico en algunos casos, o bien aumentar su riesgo de aparición.
Estos síntomas suelen pertenecen a dos grupos, aquellos que pueden aparecer a corto plazo, como insomnio, estrés, ansiedad, irritabilidad, sofocos y escalofríos, y los de aparición a largo plazo alcanzada la menopausia, como osteoporosis y síndrome metabólico principalmente.
El síndrome metabólico es mas frecuente en mujeres postmenopáusicas que premenopáusicas, e incluso autores han observado que la frecuencia de aparición es superior en estas mujeres en comparación con los varones, por lo que podemos presuponer que los cambios hormonales que se producen en la menopáusica van a tener una relación directa en estas diferencias observadas, teniendo en consideración otros factores presentes propios de la vida reproductiva de la mujer, como el embarazo, lactancia, aparición de diabetes gestacional, preeclampsia, uso de anticonceptivos orales y presencia de síndrome de ovarios poliquísticos.
Otra de las consecuencias de la disminución de los niveles de estrógenos a largo plazo, se relaciona con que la salud ósea de la mujer sufre un fuerte impacto, pues en esta etapa vital comienza a verse comprometida la densidad mineral ósea de la mujer, ya que los estrógenos juegan un papel capital en el proceso de resorción y absorción ósea en favor de esta última, y aunque la etiología y la aparición de osteoporosis resulta multifactorial, desde el comienzo de la transición menopáusica se debe monitorizar su evolución.
A corto plazo, sin embargo, pueden aparecer durante la transición menopáusica otra sintomatología, cuya duración puede ser variable, y se relaciona o identifica de una manera más común con la llegada de la menopausia, como pueden resultar los síntomas vasomotores, la irritabilidad, fatiga, dolor articular, insomnio, la depresión o la ansiedad, de manera que pueden aparecer sin estar previamente presentes o durante el proceso de transición menopáusica, o bien agravar los ya existentes.
Los desequilibrios emocionales cobran mayor relevancia durante la transición menopáusica, diferentes estudios han observado que tanto la ansiedad como la depresión son más comunes en mujeres que se encuentran en la transición menopáusica frente a mujeres en edad fértil, y la prevalencia de estas se duplica frente a los hombres, estableciéndose en el 14,5% durante la premenopausia, el 18,2% durante la transición menopáusica y en el 19,6% en la etapa postmenopáusica.
Los trastornos genitourinarios y las disfunciones sexuales son trastornos que también suelen aparecer durante la transición menopáusica, de manera que estas últimas guardan relación con la aparición de otros, como la ansiedad, estrés o irritabilidad, o depresión, aunque también pueden aparecer en solitario.6 La severidad de estos síntomas y su manejo por parte de la mujer se ve influenciada por múltiples factores, muchas mujeres lo percibirán como una disminución en la calidad de vida y una “crisis vital” que transcurrirá para cada mujer de acuerdo con sus valoraciones culturales, su historia familiar, su formación educativa, religión, moral y ética. Esta crisis la resolverá cada una de acuerdo con su historia personal y el entorno social que la rodee y contenga en ese momento.