
ISBN: 978-84-1142-140-9
© Alberto Pavón Valiente
Resumen
Conocemos como Muerte Encefálica aquella que está determinada por pruebas que muestran evidencias del cese irreversible de la actividad cerebral. Con este concepto, se ha abierto un amplio campo de estudio en esta materia, convirtiéndose en una de las claves para la obtención de órganos para trasplante. Según diversos estudios, un 14% de todos los pacientes que mueren en la Unidad de Cuidados Intensivos lo hacen bajo criterios de Muerte Encefálica, una cantidad bastante significativa del total. Este proceso de donación no está exento de complicaciones, y, la aparición de asistolia es sin duda una de las más importantes, y el corazón uno de los principales órganos diana de todo el proceso de deterioro fisiopatológico generado por la muerte encefálica.
El objetivo de este trabajo ha consistido en realizar un análisis de ambos fenómenos, tanto la Muerte Encefálica como la Parada Cardiaca, con la finalidad de poder detectar los factores desencadenantes, orientando las actuaciones de Enfermería hacia un adecuado mantenimiento del potencial donante en Muerte Encefálica para evitar la aparición de la Parada Cardiorrespiratoria. Para ello, la metodología de elección ha sido la revisión bibliográfica, llevando a cabo un estudio de artículos de distintas bases de datos, como Pubmed, Medes, Google Académico, Cuiden o Scielo… libros, revistas científicas y guías clínicas, seleccionando textos tanto en inglés como en español.
Un adecuado mantenimiento del donante en Muerte Encefálica contribuye de forma sustancial a disminuir la presencia de los diversos factores que pueden provocar la aparición de la Parada Cardiaca, por lo que podemos asegurar que una correcta estabilización hemodinámica del donante cadavérico estaría directamente relacionada con la viabilidad y funcionalidad de los órganos trasplantados. En todo este proceso, el profesional de Enfermería es un actor fundamental
Palabras Clave: Muerte Encefálica, Parada Cardiaca, Donante de Órganos, Asistolia.
Introducción
La muerte encefálica o cerebral es el nombre coloquial de la muerte humana determinada por pruebas que muestras evidencias del cese irreversible de la actividad del cerebro.
Como concepto, el término muerte encefálica surge al final de la década de 1950, a partir de las observaciones hechas por un grupo de neurólogos franceses, quienes dan lugar al término de “muerte en el sistema nervioso” para poder definir el singular estado más allá del coma profundo. Pero no fue hasta el año 1968, cuando, el Harvard Medical School Committee propone el primer grupo de pruebas que demuestran el cese irreversible de la actividad cerebral, con el fin de tratar de definir las características de una ausencia de función cerebral permanente. En el mismo año, la World Medical Assembly aprobó la Declaration of Sydney Human Death, donde aunque no se nombra directamente el término “muerte cerebral” se acepta una nueva formulación de la muerte de acuerdo con unos criterios neurológicos.
Estas observaciones ponen de manifiesto que de los tres elementos que clásicamente se utilizaban para el diagnóstico de muerte en el hombre, la ausencia de la función neurológica es la clave, y que, los otros dos, la suspensión de la actividad respiratoria y cardiocirculatoria, son elementos secundarios que participan en el diagnóstico por su efecto desencadenante del cese de las funciones neurológicas.
Desde que se introduce este término dentro de la comunidad científica, y a raíz del uso de la nueva tecnología médica, muchos han sido los avances que se han producido en esta materia. Todo esto conlleva que, actualmente, el diagnóstico de Muerte Encefálica (ME) sea una de las claves fundamentales en la obtención de los órganos para trasplante y tenga gran repercusión clínico-asistencial en las unidades de pacientes críticos. Hay diversos estudios que señalan que alrededor del 14% de pacientes que fallecen en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) lo hacen en situación de ME, representando en torno al 2-3% de todos los fallecimientos que se producen en un hospital.
Con estos datos, no es de extrañar que el gran desarrollo de los trasplantes en las últimas décadas haya condicionado que el diagnóstico de muerte encefálica (ME) y el mantenimiento del donante multiorgánico forme parte de la práctica clínica diaria en las Unidades de Cuidados Intensivos, centrando la mayor parte de los esfuerzos de los programas de donación, llegando a representar el 95% del total de los trasplantes que se realizan en la actualidad.
Es de todos conocido el lugar tan importante que ocupa España en relación con la donación y trasplante de órganos. Durante el año 2012, en España se realizaron 4211 trasplantes gracias a la donación altruista de 1643 personas, según datos de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), situando a nuestro país como líder mundial de donación y trasplantes por 21 año consecutivo, lo que pone en valor la importancia de todo lo relacionado con la donación de órganos en España.
Sin ninguna duda, es un tema mediático y que aparece en los medios de comunicación de forma habitual, logrando avances de forma continua que ayudan a sobrevivir y a mejorar la calidad de vida de muchas personas.
Con todos estos datos, entendemos la importancia que tiene un buen mantenimiento de los pacientes en ME hospitalizados en Unidades de Cuidados Intensivos considerados óptimos para la donación.
Índice
Resumen
1. Introducción
2. Metodología
2.1. Estrategias de Búsqueda
Tabla 2.1
Tabla 2.2
2.2. Criterios de Selección
2.3. Instrumentos
3. Desarrollo
3.1. “Muerte Encefálica” y su diagnóstico clínico
3.2. Identificar el concepto de Parada Cardiaca
3.3. ¿Qué factores en el posible donante en Muerte Encefálica le llevan a la Parda Cardiaca?
3.4. ¿Qué medidas son necesarias para hacer frente a estos factores?
3.4.1. Manejo Hemodinámico y Estabilidad Adecuada
3.4.2. Oxigenación Adecuada
3.4.3. Corrección de la Hipotermia
3.4.4. Corrección y tratamiento de otros problemas
3.4.5. Prevención de las Infecciones
4. Conclusiones
5. Bibliografía
5.1. Bibliografía Citada
5.2. Bibliografía Consultada
6. Anexos
6.1. Anexo 1: Escala de Glasgow