Índice
ISBN 978-84-18747-89-2
© Laura del Carmen Correas Molina
Introducción
Para comenzar, es importante entender que la OMS (22) define la sexualidad como un aspecto central del ser humano que está presente en todo el ciclo vital. Este concepto abarca desde el sexo, identidad, roles de género, orientación sexual, el erotismo, el placer, la intimidad y la reproducción. Además, está influida por la interacción de diferentes factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, etc.
También es importante tener en cuenta el concepto de salud sexual, según la OMS (22), es un estado bienestar física, mental y social en relación con la sexualidad, que va más allá de la ausencia de enfermedad, disfunción o malestar. Se basa en un enfoque positivo y de respeto tanto del sexo como de la sexualidad y en la posibilidad de tener experiencias sexuales placentera, seguras y libre de coacción, discriminación y violencia. Además, para ello es fundamental respetar, proteger y satisfacer sus derechos sexuales.
Una vez explicado, hay que tener en cuenta que los profundos cambios demográficos han favorecido que una parte importante de la población tienen una esperanza de vida mayor a las generaciones precedentes, así como, una mayor esperanza de vida sin discapacidad ni dependencia, permitiendo mantener una vida sexual activa (12).
Ahora bien, la sexualidad y sus diversas manifestaciones van cambiando a lo largo de todo el ciclo vital en función de las experiencias personales, emocionales, sociales, etc. Con los años, la sexualidad cambia, y empiezan a cobrar importancia otros elementos como los abrazos, los besos, la comunicación ,etc. Con todo esto, se debe entender la sexualidad en la vejez como la continuación a lo que se ha ido experimentando anteriormente y que se relaciona con las ideas y creencias del propio sujeto (12).
No obstante, la vivencia de la sexualidad a partir de la mediana edad, empieza a estar determinada por cierto cambios fisiológicos, lo cuales se asocia con la inactividad sexual. De ahí, que existan una multitud de estudios e investigaciones desde diferentes paradigmas y enfoques que indagan sobre este aspecto, hay estudios que sostienen la idea de que la sexualidad y el deseo sexual disminuye en la tercera edad; otros que demuestran que esta inactividad se debe a los cambios del envejecimiento; y finalmente, otros, que afirman que el interés sexual se mantiene a lo largo del ciclo vital y que las personas mayores son activas sexualmente (12).
El significado y las experiencias sexuales, al igual que la menopausia o el proceso de jubilación, no siguen un modelo único, ni se afrontan de la misma manera. Por lo que, la sexualidad en la vejez varía en función las circunstancias personales, emocionales, físicas, etc. En esta línea, aunque la entada en la tercera edad implica una serie de cambios y modificaciones, no siempre tienen consecuencia negativas para la sexualidad, puesto que, con la menopausia, desaparece el riesgo de embarazos no deseados y la necesidad de utilizar métodos anticonceptivos, lo que mejora la calidad de las relaciones afectivo- sexuales. Además, permite iniciar una relación sexual más tranquila y basada en otras prácticas, que no necesariamente tienen que ser genitales (12).
Sin embargo, en las sociedades actuales, existe una cultura de la sexualidad, basada en una creencia social que considera a las personas mayores como sujetos asexuados y no atractivos y las relaciones sexuales en la tercera edad como inapropiadas. Esta cultura, está fuertemente arraigada en nuestra sociedad, por lo que, esta creencia, finalmente, acaba actuando como una profecía, afectando negativamente en las actitudes que las personas mayores tienen hacia la sexualidad (12).
Además, en esta cultura, se encuentra una doble perspectiva sociocultural que asignan diferentes grados de aceptabilidad social a la sexualidad en función del sexo. Así como, se generalizan una serie de ideas dicotomizadas como por ejemplo: solo se puede tener sexo por amor, entre otras. Todo esto produce, que a los hombres se les enaltezca sus necesidades sexuales y estén socialmente bien vista, mientras que a las mujeres se les limita a la función reproductiva, alejándolas del interés y del deseo sexual (12).
En definitiva, la sexualidad es un aspecto que está presente a lo largo de todo el ciclo vital. En la tercera edad, tiene importantes beneficios con respecto la prevención de la soledad y el aislamiento, así como para el aumento de calidad de vida de la persona y su bienestar general. Hay que tener presente, que el colectivo de las personas mayores, además, de ser cada vez más amplio, es cada vez más heterogéneo, y por ello se vuelve fundamental, cambiar el concepto de sexualidad en las personas mayores, puesto que no dejan de ser personas, hombres y mujeres, con sus vivencias, historias de vida, deseos y fantasías sexuales (13).
Índice
INTRODUCCIÓN
JUSTIFICACIÓN DEL TEMA
METODOLOGÍA
- Pregunta de investigación
- Criterios de inclusión/exclusión
- Búsqueda y elección de estudios primarios
RESULTADOS
DISCUSIÓN
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
ANEXOS
- Anexo I: Herramienta de evaluación metodológica
- Anexo II: Aplicación de la herramienta de evaluación metodológica
ÍNDICE DE TABLAS