ISBN 978-84-19078-01-8
© Inmaculada García Romero
Resumen
El embarazo y la lactancia son periodos especiales en los que aumentan las necesidades de energía en la madre. En muchas ocasiones la dieta que habitualmente sigue la madre no aporta las proteínas, los minerales o las vitaminas necesarios en estas etapas; por lo que se hace necesario que la madre tome un suplemento nutricional que asegure los niveles adecuados en la madre y en la leche materna, y por consiguiente en el niño lactante.
La alimentación del lactante depende de la composición de la leche materna que varía según la dieta de la madre. Si la madre tiene alguna deficiencia, como por ejemplo de calcio, esto puede influir en los niveles de calcio del niño. Por ello es necesario que la madre siga una dieta equilibrada y si existe alguna deficiencia que tome el suplemento adecuado para mantener los niveles correctos de todos los micronutrientes necesarios.
Introducción
La lactancia materna es un tipo de alimentación en el que el recién nacido se alimenta exclusivamente de leche producida por su madre. Es la forma ideal de aportar a los niños pequeños los nutrientes que necesitan para un crecimiento y desarrollo saludables.
Durante los últimos decenios se han ido acumulando pruebas sobre las ventajas de la lactancia materna. La OMS puede afirmar con plena seguridad que la lactancia materna reduce la mortalidad infantil y tiene beneficios sanitarios que llegan hasta la edad adulta.
La lactancia materna tiene una extraordinaria gama de beneficios. Tiene consecuencias profundas sobre la salud, la nutrición y el desarrollo infantiles. La leche materna proporciona todos los nutrientes, vitaminas y minerales que un bebé necesita para el crecimiento durante los primeros seis meses de vida; el bebé no necesita ingerir ningún otro líquido o alimento. Además, la leche materna lleva los anticuerpos de la madre, que ayudan a combatir las enfermedades. El acto de la lactancia materna en sí estimula el crecimiento adecuado de la boca y la mandíbula, y la secreción de hormonas para la digestión y para que el bebé se sacie.
La leche materna tiene una disponibilidad fácil para el niño y no requiere ninguna preparación. Si se recurre a la alimentación artificial con biberón, éste aumenta el riesgo de infecciones por contaminación con organismos patógenos en la leche, la fórmula láctea y el agua que se usa en la preparación, así como chupetes y otros artículos utilizados para la alimentación del niño. Aparentemente se observa un menor riesgo de alergias en niños amamantados en comparación con los que se alimentan en forma artificial.
La lactancia materna crea un vínculo especial entre la madre y el bebé y la interacción entre ellos durante la lactancia materna tiene repercusiones positivas para la vida en lo que se refiere a la estimulación, la conducta, el habla, la sensación de bienestar y la seguridad, y la forma en que el niño se relaciona con otras personas. La lactancia materna también reduce el riesgo de padecer enfermedades crónicas más adelante en la vida, tales como la obesidad, el colesterol alto, la presión arterial alta, la diabetes, el asma infantil y las leucemias infantiles. Los estudios han demostrado que los bebés alimentados con leche materna obtienen mejores resultados en las pruebas de inteligencia y comportamiento en la edad adulta que los bebés alimentados con fórmula.
La lactancia materna también contribuye a la salud de la madre inmediatamente después del parto, ya que ayuda a reducir el riesgo de hemorragia posparto. A corto plazo, la lactancia materna retrasa el retorno a la fertilidad y a largo plazo reduce la diabetes tipo 2 y el cáncer de mama, de útero y de ovario. Los estudios también han descubierto vínculos entre el cese temprano de la lactancia materna y la depresión posparto en las madres.
Índice
- Introducción
- Justificación
- Metodología
- Resultados
- Discusión
- Conclusiones
- Bibliografía
Originalidad y aplicabilidad