
ISBN: 978-84-1142-256-7
© Encarnación Araque Menor
Introducción
Cuando una persona se plantea ir vivir a un centro residencial para personas mayores, la preocupación que muchos usuarios manifiestan sentir es que, al entrar en una residencia ya no podrán decidir sobre el devenir de su vida, ya no podrán tomar decisiones sobre qué hacer cuando y como.
Aún tenemos la visión más tradicional de institución organizada de modo vertical en el que la estructura organizativa impuesta por el centro, ajena a las necesidad y opiniones de sus usuarios, regula y dicta el modo de vida de sus habitantes.
Sabemos que el poder tomar decisiones sobre la propia vida y el cómo vivir la es algo fundamental en la vida de todos.
Cómo bien nos indica Bonet G.P. en su artículo “Acercamientos al sentido de la participación en las residencias públicas de personas mayores”:
“(…) las personas mayores, cuando están o piensan estar en residencias, valoran especialmente los aspectos relativos al control de la autonomía, mantener sus relaciones sociales anteriores al ingreso residencial, participar en la toma de decisiones relativa a sus rutinas y actividades (…)”
Entendiendo que la participación en su proceso de atención y la libertad en la toma de decisiones es una tarea que define el actual concepto de atención residencial, nos proponemos explicar de manera práctica una serie de procedimientos que hacen factible la participación del mayor usuario de centros socio sanitarios de atención residencial, tarea que es responsabilidad de la trabajadora social y que presenta un reto y una oportunidad de desarrollo personal y profesional.
Este trabajo pretende poner en valor la profesión, dado que la misión de las trabajadoras sociales y su cometido en los centros de atención residencial son fundamentales.
La profesión de trabajador social, citando a Cristina de Robertis (2003) en relación a objetivos y medios de la profesión, indica que “sus objetivos son preventivos, curativos y promocionales. Sus medios son la relación entre el trabajador social y la persona, la utilización de recursos existentes, la adaptación o la transformación de los mismos y/o la creación de nuevas oportunidades”.
Así es, el medio del trabajador social es, la relación que se establece entre el mismo y el usuario, por eso es fundamental tratar este vínculo dado que es una herramienta necesaria para la consecución de nuestra labor. Y particularmente pertinente en la labor de un trabajador social que desarrolla su trabajo en un centro socio sanitario de atención residencial, dado que la relación que se establece entre el mismo y los residentes suele ser una relación continua y cercana.
Este hecho es más cierto ahora que antes, y lo será aún más en el futuro, dado que la pandemia ha cambiado multitud de aspectos en los centros de atención residencial para mayores.
En primer lugar, la sectorización ha venido para quedarse, no ya con su sentido séptico de evitar contagios, si no, para otorgar una cotidianidad más cercana y familiar al usuario.
La nueva normativa de centros contempla que el residente debe desenvolver su rutina en “grupos burbuja” donde se relaciona con el mismo grupo de pares, vea siempre a los mimos profesionales y las zonas que más frecuente estén personalizadas. Esta nueva realidad hace que el trabajador social que desarrolla sus funciones en un centro para mayores tenga una relación más estrecha con los usuarios (más si cabe). Es por esto que la relación personal en este ámbito es particular, aquí se llega a una convivencia y cotidianidad con el residente que roza la tarea del etnógrafo. En cuanto el centro se convierte en el espacio habitual del residente, te conviertes en un profesional que puede observar al usuario en sus aspectos más íntimos y, es cuando realmente, pueden establecerse relaciones significativas que faciliten esta relación de ayuda.
Particularmente, en cuanto al fomento de la participación del residente en su proceso de atención esta relación me ha ayudado mucho a conectar con el mayor y lograr un grado de confianza que te da libertad para indagar y hablar con mayor facilidad. En relación a las encuestas y entrevistas como herramienta de participación, esta apertura que se produce en la entrevista, ayuda muchísimo a saber que espera el mayor del centro y visualizar los recursos pertinentes.
Índice
1. INTRODUCCIÓN
2. UTILIDAD DE ESTE TRABAJO
3. SECUENCIA DE APARTADOS
4. FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA
5. DONDE CÓMO Y POR QUÉ SE REALIZA ESTE TRABAJO PRÁCTICO
6. PROTOCOLO DE ELABORACIÓN DEL PLAN DE ATENCIÓN INDIVIDUALIZADO
6.1. PLAN DE ATENCIÓN INDIVIDUALIZADO (P.A.I)
7. CONSEJO DEL MAYOR
7.1. LA CONSTITUCIÓN DEL CONSEJO
7.2. DESARROLLO DE LAS SESIONES DEL CONSEJO
7.3. EL TRABAJADOR SOCIAL Y SU RELACIÓN CON EL USUARIO
7.4. REGISTRO DE LAS SESIONES DEL CONSEJO DEL MAYOR
8. ENCUESTA Y ENTREVISTA DE PARTICIPACIÓN
8.1. ANÁLISIS DE LAS ENCUESTAS
8.2. REGISTRO Y COMUNICACIÓN DE DATOS.
8.3. GUÍA DEL BUEN TRATO AL USUARIO SOCIOSANITARIO
8.3 INTRODUCCIÓN DE LA GUÍA DEL BUEN TRATO.
8.4. Y ESTA GUÍA, PARA QUÉ
8.5. DESTINATARIOS
8.6. QUÉ ENTENDEMOS POR BUEN TRATO
8.7. DIMENSIONES DE ACTUACIÓN PARA LA MEJORA DE LA CALIDAD Y GARANTIZAR UN BUEN TRATO.
8.7.1 Esfera Física.
8.7.2. Esfera cognitiva.
8.7.3. Esfera social
8.7.4. Esfera clínica.
8.8. CONSIDERACIONES GENERALES
8.9. IMPLEMENTACIÓN, EN EL CENTRO DE LA GUÍA DEL BUEN TRATO.
9. HISTORIA DE VIDA COMO HERRAMIENTA DE PARTICIPACIÓN PARA EL RESIDENTE CON GRAVE DETERIORO COGNITIVO
9.1. QUÉ ES LA HISTORIA DE VIDA
9.2. ENTREVISTA CON LA FAMILIA
9.3. EJEMPLO DE HISTORIA DE VIDA
9.4. CÓMO SE IMPLEMENTA LA HISTORIA DE VIDA
9.5. CONSIDERACIONES A TENER EN CUENTA EN RELACIÓN A LA HISTORIA DE VIDA
10. CONCLUSIONES
11. BIBLIOGRAFÍA