ISBN: 978-84-1142-062-4
© María Antonia López Bas
Introducción y justificación
La experiencia me ha llevado a dudar. La duda me ha conducido a la inquietud de conocer y de explorar nuevos caminos; y su descubrimiento, a constatar mi ignorancia y mis deseos de hacerla más pequeña, no a desaparecer, porque si alguna vez llegara a la conclusión de que por fin he dejado de ser ignorante en algo, solo constataría que mi soberbia me ha llevado a la ignorancia absoluta.
Manejar la evidencia disponible, los recursos humanos y materiales con los que contamos, así como la formación y experiencia de los profesionales encargados del cuidado del paciente, justifican individualizar dicho cuidado.
Es posible que la aplicación de una terapia eficaz se vea comprometida por un entorno poco apropiado o unas condiciones inadecuadas en el paciente que nos ocupa. ¿Es posible verificar la eficacia de un buen apósito en un paciente con su nivel de conciencia comprometido, o vigilar un apósito de igual modo en un paciente aislado que en aquel que podemos valorar continuadamente?
¿Es lo mismo el cuidado de una herida quirúrgica en un paciente autónomo y continente, que en un gran dependiente e incontinente? Indudablemente, no. Pero a la hora de valorar los resultados de la eficacia de la técnica que aplicamos, pocas veces incluimos en la valoración y tratamiento todas esas variables que forman parte no solo de los cuidados que prestamos al paciente sino del éxito o del fracaso de las técnicas que empleamos en el proceso. Por eso, deberíamos tratarle con terapias individualizadas acordes no solo al proceso que nos ocupa, sino a las condiciones físicas y ambientales que lo engloban. ¿Trabajamos de este modo?
La individualización del tratamiento requiere un conocimiento profundo tanto del paciente como del proceso actual que estamos tratando, y eso precisa coordinación absoluta del equipo responsable. El trabajo en equipo no es solo una necesidad para la coordinación del trabajo a realizar, sino para la garantía del éxito en el tratamiento del paciente.
Todas las terapias que están a nuestro alcance pueden convertirse en éxito o fracaso según las apliquemos al paciente en el momento apropiado. No es la terapia en sí la que estamos juzgando, sino el conjunto del tratamiento. Es por eso, que a la hora de determinar la eficacia en la aplicación de un método debemos tener en cuenta todas las variables que interfieren en el proceso de aplicación de este para así determinar cual es el más adecuado en cada momento. Es lo que justifica protocolizar nuestra actuación teniendo en cuenta la eficacia del tratamiento que aplicamos y las expectativas que ponemos en él acordes a la situación individualizada del paciente que nos ocupa.
A la hora de valorar los probables riesgos, son muchas las preguntas que entrañan duda.
¿Son los factores intrínsecos asociados al paciente? ¿La intervención quirúrgica en sí? ¿Los factores extrínsecos? ¿Todos ellos? ¿En qué medida? Muchas preguntas sin respuesta que solo la investigación minuciosa y no sesgada puede darles luz con el objetivo de determinar la eficacia o no de una terapia dependiendo de múltiples factores que se ponen de manifiesto durante la estancia hospitalaria de un paciente pero que le acompañan durante todo el proceso desde el diagnóstico hasta la recuperación.
Índice
1.- INTRODUCCIÓN. JUSTIFICACIÓN
2.- EVIDENCIA DE LA TÉCNICA A EMPLEAR
2.1.- METODOLOGÍA
3.- OBJETIVOS
4.- ÁMBITO DE APLICACIÓN
5.- POBLACIÓN DIANA
6.- PERSONAL QUE INTERVIENE
7.- DESCRIPCIÓN DE LA TERAPIA DE PRESIÓN NEGATIVA (TPN)
7.1.- DESCRIPCIÓN DE LA TPN A APLICAR
8.- PROCEDIMIENTO
8.1.- COLOCACIÓN DEL DISPOSITIVO EN EL QUIRÓFANO
8.2.-COLOCACIÓN DEL DISPOSITIVO EN LAS UNIDADES DE HOSPITALIZACIÓN, REANIMACIÓN, UVI O CONSULTAS
8.3.- RETIRADA DEL DISPOSITIVO
8.4.- PRECAUCIONES. SEGUIMIENTO
9.- REGISTROS
10.- PLAN DE CUIDADOS
11.- ANEXO: ALGORITMOS DE ACTUACIÓN EN EL TRATAMIENTO INCISIONAL INGUINAL