Índice

ISBN: 978-84-1142-149-2
© Mónica Díaz Méndez, Blanca Castellot Andreu, Cristina Pedrosa Duque, María Fernández López, Lara Hernández Ramos
Introducción
La evidencia sugiere que ser diagnosticado de un cáncer supone un evento traumático y acontecimiento vital estresante. Esto no sorprende si tenemos en cuenta que el cáncer supone una amenaza para la supervivencia.
Un estudio comparativo de morbilidad psiquiátrica entre mujeres con cáncer de mama primario y avanzado (Kissane y cols., 2004) mostró que no había diferencia significativa en la prevalencia general de diagnósticos psiquiátrico DSM-IV entre aquellas con cáncer primario (45%) y metastásico (42%). De las mujeres con cáncer en estado inicial, 36,7% presentaron trastornos del ánimo, 9,6% con depresión mayor y 27,1% con depresión menor. En el grupo metastásico, 31% presentaban trastornos del ánimo, 6,5% tenían depresión mayor y 24,5% depresión menor. Los trastornos de ansiedad estaban presentes en 8,6% del grupo con cáncer inicial y 6% de las mujeres con cáncer avanzado. Fatiga, historia anterior de depresión y actitudes cognitivas de desamparo, desesperanza o resignación estaban significativamente asociadas a la depresión en ambos grupos. Las mujeres de la muestra metastásica estaban significativamente menos afligidas por la pérdida de cabello, pero menos satisfechas con su imagen corporal, y tenían tasas más altas de linfedemas y bochornos que las mujeres con cáncer en estado inicial. En conclusión, las tasas de aflicción psicosocial eran altas y similares entre pacientes con cáncer inicial o avanzado, aunque las causas de aflicción relacionadas con la enfermedad eran distintas.
Dada la alta incidencia de cáncer de mama en países desarrollados, el riesgo de por vida de recaída, y la emergencia del cáncer mestastásico como enfermedad crónica, lo que para muchas mujeres implica un tratamiento prolongado en el tiempo, existe la necesidad de desarrollar un conjunto de servicios de apoyo psicosocial efectivos para mujeres con cáncer de mama avanzado. Tales servicios debieran apuntar a mejorar la calidad de vida y responder a las necesidades psicológicas que han sido identificadas, pero no atendidas.
Además de la terapia individual, la terapia grupal ha sido usada hace mucho tiempo para apoyar a pacientes que comparten una enfermedad (alcoholismo, diabetes, etc.). Los grupos de apoyo tradicionalmente ofrecidos a mujeres con cáncer de mama alientan el pensar positivo y el proyectarse a futuro. Sin embargo, tales grupos pueden generar un problema: las mujeres que esperan sobrevivir se sienten incómodas ante la presencia de mujeres con cáncer avanzado, y las mujeres con cáncer avanzado se sienten silenciadas por el temor que su presencia y sus cuestionamientos generan.
Los Grupos de Apoyo- Expresión diseñados para mujeres con cáncer avanzado han entregado un foro seguro para la expresión de emociones, y entregan una oportunidad tanto para dar como para recibir apoyo de pares y de parte de los terapeutas. Las mujeres en estos grupos no recurren a éstos persiguiendo objetivos terapéuticos tradicionales tales como la resolución de conflictos neuróticos o dificultades de personalidad, sino que buscando ayuda y apoyo para tratar con las enormes angustias y temores asociados con estar viviendo su condición de salud. La Terapia Grupal de Apoyo-Expresiva (SEGT) es una intervención psicológica grupal desarrollada a mediados de la década de los setenta en la Universidad de Stanford, específicamente para gente con cáncer metastásico (predominantemente cáncer de mama). Pretendía hacer uso de los “factores curativos” de la terapia grupal, identificados por Yalom (1995) – universalidad, altruismo, instigación de esperanza, identificación y cohesión grupal – para aliviar la aflicción de personas en proceso de morir. Se basó en los reconocidos beneficios de la autoayuda y de los grupos de apoyo de pares (por ejemplo, Alcohólicos Anónimos, Padres sin Pareja) y del creciente interés en el tratamiento individual del paciente en proceso de morir (Kübler-Ross,1970). Como todas las terapias psicológicas, existe cierto nivel de sobreposición con otras intervenciones psicológicas, sean individuales o grupales, y SEGT puede y ha sido combinada con otras intervenciones (por ejemplo, auto-hipnosis, meditación, imaginería visual y recientemente, “mindfulness”) para manejar el dolor y otros síntomas.
Índice
1. Introducción
2. Objetivos
3. Metodología
4. Desarrollo
5. Trabajo sesión a sesión
6. Conclusiones
7. Referencias